Thursday, November 18, 2004

Reloj, no marques las horas...

El reloj

¡Reloj! Dios espantoso, siniestro e impasible,
cuyo dedo amenaza, diciéndonos "¡recuerda!"
Los vibrantes dolores en tu asustado pecho,
como en una diana pronto se clavarán;
el placer vaporoso huirá hacia el horizonte
como escapa una sílfide detrás del bastidor;
arranca cada instante un trozo de delicia
concedida a los hombres en su época mejor.

Tres mil seiscientas veces cada hora,
el segundo susurra "¡Acuérdate!"
Con voz vertiginosa de insecto ahora dice:
"¡Heme otra vez aquí ya succioné tu vida
con mi trompa asquerosa!"
¡Remember! ¡Esto memor! ¡Pródigo, acuérdate!
(Mi garganta metálica toda lengua conoce)
Ganga son los minutos, ¡Oh, alocado mortal!
Y no hay que abandonarlos sin extraer su oro.
Acuérdate: es el tiempo un tenaz jugador
que sin trampas te vence en cada envite.
Es ley. Decrece el día,
La noche se aproxima; ¡recuerda!
Es voraz el abismo, se vacía la clepsidra.
Pronto sonará la hora en que el divino azar,
o la augusta virtud, tu aún intacta esposa,
o el arrepentimiento (¡Oh, esa posada última!)
Todo te dirá "¡Es tarde! ¡Muere, viejo cobarde!"

Charles Baudelaire



Recuerden escaparle al reloj de vez en cuando!

Saludos