Thursday, August 30, 2007
Tuesday, August 28, 2007
no hay tiempo ni prisa ni fin
El sentimiento es una experiencia del instante, de la NADA, su fin se cumple en sí mismo. El sentimiento se opone así a la palabra o razón cuyo fin sólo puede ser posterior en el tiempo, pues está marcado por la temporalidad. Y en la medida en que el ser humano se abandona al instante, a la NADA, a la dilapidación de la riqueza, cuyo beneficio es NADA, su existencia en tales momentos se dice que es soberana.
La risa, las lágrimas, la poesía, la tragedia y la comedia —y más generalmente toda forma de arte que implique aspectos trágicos, cómicos o poéticos—, el juego, la cólera, la embriaguez, el éxtasis, la danza, la música, el combate, el horror fúnebre, el encanto de la infancia, lo sagrado —cuyo aspecto más ardiente es el sacrificio— lo divino y lo diabólico, el erotismo (individual o no, espiritual o sensual, vicioso, cerebral o violento, o delicado), la belleza, el crimen, la crueldad, el espanto, el asco, representan en su conjunto las formas de efusión [de la soberanía] (Lo que Entiendo por Soberanía, pp.91-92).
En tales momentos el sujeto se sustrae al mundo del trabajo y se pertenece a sí mismo, pertenece al mundo de la continuidad, experimenta la transgresión del límite, límite impuesto por el mundo del trabajo, por la ley, la razón, la palabra. La experiencia interior, la experiencia soberana es el reino del no-saber, del éxtasis; en la medida en que se ha transgredido el mundo de la razón no es posible saber NADA, la espera se ha resuelto en NADA (como en la muerte), se ha hecho el vacío de pensamiento en el espíritu; nos hemos desencadenado de la actividad útil, se ha producido el advenimiento del milagro, la fusión del objeto y del sujeto, transfigurándose el sujeto en no-saber y el objeto en lo desconocido; se arriva al plano del sí mismo, un lugar de comunicación entre sujeto y objeto, así como entre sujetos.
Georges Bataille, Lo que entiendo por soberanía
Thursday, August 23, 2007
Saturday, August 18, 2007
que sea ya
Duermen bajo las aguas
Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos y de las cuales ya no guardamos recuerdo, duermen bajo las aguas.
Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su turno para salir a flote. Las cartas que hemos roto, las no recibidas y las veces que hemos dicho adiós. La pena que sentimos y que ahora, al recordarla, nos parece pequeña. La risa o el llanto que no llegó a brotar. La amistad que buscamos en el momento difícil y que resultó más débil que nosotros, más falta de ayuda. La persona a quien quisimos consolar y nos sirvió de consuelo.
Todo duerme allí, en ese fondo.
(Carmen de Rafel Marés, 1955 )