Saturday, November 20, 2004

La soberanía

La soberanía, según Bataille, se opone al principio de la razón cosificante, instrumental, que brota de la esfera del trabajo social y que en el mundo moderno alcanza un omnímodo poder. Ser soberano significa no dejarse reducir, como acaece en el trabajo, al estado de una cosa, sino desencadenar la subjetividad: el sujeto desligado del trabajo, plenificado en y por el instante, se agota en la consumación de sí mismo. La esencia de la soberanía consiste en esa consumación sin provecho, en aquello ‘que me place’. Sólo que esta soberanía es víctima del juicio de un proceso histórico universal de desencantamiento y objetivización. En las sociedades modernas el ser soberano queda espiritualizado y excluido de un universo que subsume todo bajo la ‘forma de objetividad’ de lo utilizable y lo disponible. En palabras de Bataille: “Lo esencial es aquello que nos hace estremecer de pavor y encandilamiento, por fuera del mundo de la actividad útil. (...) Con la introducción del trabajo, la intimidad, la profundidad del deseo y de su libre desencadenamiento quedó desde el principio sustituida por el encadenamiento racional, en que ya no importa la verdad del instante sino el resultado final de las operaciones. El hombre mismo se convirtió en una de las cosas de este mundo, al menos durante el tiempo en que trabaja. En todas las épocas trató el hombre de escapar a este destino. En sus extraños mitos, en sus ritos crueles, el hombre anda desde entonces a la búsqueda de su intimidad perdida... Se trata siempre de arrancar algo al orden real, a la pobreza de las cosas y de devolver algo al orden divino.”

La soberanía sólo puede recobrarse entonces en los instantes de éxtasis.
Manos a la obra, muchacha/os!

Saludos cordiales